Una Lección de Pivotaje Link to heading
Cuando estaba en quinto semestre de preparatoria, la maestra de inglés nos asignó como proyecto final hacer un cortometraje. Nos iba a dar un título de una película real, y nosotros teníamos que basar nuestro cortometraje en ese nombre. Las reglas eran sencillas, tenía que tener una duración de entre 10 y 15 minutos, y teníamos que hablar en inglés. Nada más, ni siquiera teníamos que hacer una historia similar a la película de donde era nuestro nombre asignado, solamente era como inspiración, teníamos total libertad creativa.
Los equipos eran libres también, así que naturalmente me junté con mi grupo de amigos. Ya se que usualmente no es la mejor opción, y la mayoría de nosotros no eramos precisametne los más trabajadores, pero habíamos tenido éxitos moderados en el pasado, y de todas formas éste no es el conflicto de la historia.
El día llegó cuando la maestra nos asignó los títulos. Llegó nuestro equipo, el título era “A Special Day”, o “Un Día Especial” en español. Ninguno de nosotros conocíamos esa película, y a la fecha no he visto ni fotos, pero el significado era claro. Por facilidad, me referiré a cada uno de mis compañeros de equipo por sus iniciales, I, M, J, R y P. Casi inmediatamente, I tuvo una idea: una copia de la película de Tarantino “The Hateful Eight”. En esa película, ocho personas quedan atrapadas en una posada por una tormenta de nieve, y transcurren muchas cosas desagradables entre ellos, involucrando discusiones, asesinatos, misterios, entre otros. No sé si I acababa de ver la película o si simplemente le gustaba mucho, quizá una combinación de las dos cosas, pero nos gustó la idea. El resto de las dos horas de clase las pasamos haciendo una lluvia de ideas, pero nada más concreto salió, solamente que queríamos hacer algo con detectives y un misterio de un asesinato, lo que viene perfecto porque la idea de I era compatible con eso.
Y entonces comenzó nuestro viaje. Tanto I como yo rápidamente nos convertimos en los dos principales interesados en el proyecto, los demás, si bien trabajaban, no tenian nuestro mismo nivel de entusiasmo. Creé un documento en Google Docs para delinear ideas, y ahí creamos cada uno nuestro personaje, ya que ese era el foco del cortometraje, una de las pocas buenas decisiones además del punto de este blog. Todavía tengo acceso a ese documento, y se puede ver tanto la falta de experiencia en creación de personajes como las ganas que le poníamos I y yo. Claro, teníamos muchos rasgos sin importancia, indiqué que mi personaje era ateo, y faltaban otros importantes, J ni siquiera puso nombre, pero la intensión era buena.
Luego de tres documentos, acabamos con un guión incompleto que se las arregló para contener una escena que acabamos cortando, pero fue suficiente para nosotros para comenzar a grabar. Las específicas de la historia no son importantes, pero es suficiente decir que era muy similar a The Hateful Eight, pero en un futuro post apocalíptico donde habían olas de calor mortales. El tono que queríamos transmitir era oscuro, serio, sombrío. Queríamos hacer una pieza de reflexión, que dejara emociones similares a la película de Tarantino. Cosa monumentalmente difícil para seis estudiantes de preparatoria, sobre todo unos con nula experiencia en actuación o dirección, pero ese era nuestro objetivo ingenuo.
Durante la grabación, entre I y yo nos dividimos el papel de director, mientras que I además fue algo así como un director de cámaras. Para la apertura, grabamos cerca de la casa de I, ya que vivía en el desierto. Bueno, no en el desierto, pero cerca hay un cerro árido, lleno de hierba seca, que presentaba un lugar perfecto para las tomas de apertura. En esas tomas decidimos abrir con un volcado de información sobre el mundo, mala decisión pero al menos fue corto, y con la muerte de un personaje como modo de establecer el tono, una muy buena idea. Y entonces grabamos unas tomas de I caminando por el cerro con un palo de caminar, y con una vestimenta totalmente diferente de su personaje principal. Finalmente, bajó una pendiente un tanto pronunciada y colapsó. Con el tono establecido, grabamos unas tomas de mí y M revisando un microbús y luego corriendo a un refugio ante una alerta de ola de calor.
Todo va bien, ¿no? Si, y no. Acerca de la muerte de un personaje, hubo un problema con eso. No es sobre este personaje sin nombre siendo I, que luego tiene uno de los papeles más importantes, ni posible confusión sobre la causa de la muerte. No, el problema era a su vez más sutil y más dolorosamente obvio: la forma en que estaba actuado. Ya sé, sorpresa sorpresa, los adolescentes de preparatoria no saben actuar en su primer trabajo de actuación, pero para nosotros no era tan obvio. I caminó normalmente cuando bajó de la pendiente, y en cuanto llegó al fondo, se detuvo y un segundo después colapsó al suelo en su lugar. Esta caída se veía un tanto ridícula, hasta el punto que podía causar risas y establecer el tono equivocado, siendo que queríamos hacer una historia seria y sombría, no ridícula.
Pero al final no dejamos que eso nos detuviera. El tío de M es el dueño de un café con temática rústica, que nos venía perfecto para el ambiente que buscábamos, una mezcla de la época contemporánea y un periodo más antiguo, quizá simbolizando la potencial caída de la humanidad tras el apocalípsis que nos imaginábamos, o quizá solamente para imitar aún más The Hateful Eight, no estoy seguro de eso. Pero comenzamos a grabar ahí, y ese problema sobre el tono equivocado se amplificó diez veces.
Constantemente grababamos una escena que teníamos perfectamente en nuestra cabeza, pero salía de una manera completamente diferente por nuestra falta de experiencia. Esto era tal que mi hermana, que estaba como camarógrafa invitada, se reía de vez en cuando de nuestra actuación, incluso con tomas que tuvieron que ser las finales. Había una parte donde J entraba de carrera al refugio, deshidratado y cansado, y R, cuyo personaje era un doctor, corría a ayudarlo con una botella de agua. Esa escena se suponía que sería fuerte, indicando la dificultad de vivir en este mundo, la posibilidad de que J estuviera haciendo tareas sospechosas y por eso casi no llegaba, y la disponibilidad de ayudar de R. En su lugar, J llegó de golpe, y con un cambio muy obvio de toma para agarrar otro ángulo, R corre y se pone de rodillas delante de él, todo coreografiado muy torpemente, a la vez muy rápido en que nunca estában quietos, y muy lento en que se movían lentamente. Y mi uso de ellos en lugar de nosotros es porque no hacía mucho en esa escena, no porque yo no fuera parte del problema, era excesivametne tieso, hablaba con un inglés roto y completamente carente de confianza, y cero personalidad.
Pero seguíamos adelante con la idea. Cada vez que alguien se reía de una toma importante, seguíamos. Cuando una escena salía con un ritmo torpe, nos convencíamos de que se arreglaría en la edición. Cuando todos nosotros nos teletransportábamos entre un cambio de ángulo nos decíamos que con buena edición no se notaría. Pero por más que I y yo nos decíamos eso, la realidad cruda era que no estaba funcionando.
Entonces llegamos a la mitad del segundo día grabando en el café, el tercer día en general. Detuvimos la grabación para contemplar lo que estaba pasando, que ya no podíamos ignorar. El tono era malo, no podíamos transmitir una historia sombría y seria, simplemente era imposible para nosotros. Teníamos entonces dos opciones, podíamos seguir como estábamos, entregar una pieza mal hecha, recibir nuestra calificación y tachar esto como un experimento fallado, o quizá sorprendernos con que les gustó el cortometraje. O por otro lado, podíamos intentar arreglar lo que teníamos, tal vez comenzar desde cero, aunque eso no era opción por el tiempo.
¿Y no son esas opciones comunes para todos nosotros? A veces una pieza no esta funcionando, ya sea por tiempo, habilidad, recursos, u otras razones dentro o fuera de nuestro control. A veces, por más que nos esforcemos, el trabajo simplemente no está saliendo como lo esperábamos. Y por pieza me refiero a cualquier trabajo artístico o no artístico, cualquier fragmento de esfuerzo que requiera una cantidad considerable de tiempo de nuestra parte, ya sea un metraje, una pintura, un libro, un videojuego, una página web …. Cuando una pieza no está funcionando, y te das cuenta a mitad del proceso, ¿que opciones tienes? Puedes descartarlo por completo y comenzar desde cero, intentar arreglarlo, o continuar como estás y esperar lo mejor. Esas son nuestras opciones, ¿no?
Eso podría parecer, pero hay otra opción, y es la opción que tomamos entre I y yo. No podíamos comenzar desde cero porque era un trabajo para la escuela, con fecha de entrega establecida, y ya habíamos invertido una cantidad considerable de tiempo. No podíamos arreglar lo que teníamos, por lo mismo del tiempo, y porque por más que intentáramos no ibamos a poder arreglarlo por nuestra falta de experiencia. Finalmente, no íbamos a continuar así simplemente, tanto I como yo queríamos hacer el mejor trabajo posible, aún cuando ninguno de nosotros teníamos inclinaciones cineastas queríamos genuinamente hacer nuestro mejor esfuerzo.
¿Entonces que decidimos hacer? Muy sencillo, decidimos pivotar.
¿Que nuestras tomas son tan mal actuadas y dirigidas que dan risa de lo ridículas que quedaron? ¿Que tal si en lugar de eso ser un problema, lo convertimos en el punto focal y transformamos nuestra historia sombría en una comedia? Al puro estilo de las películas de serie B, con un presupuesto tan reducido (a veces incluso nulo) y una actuación tan mala que pasa al otro lado y se hace buena por virtud de hacerte reír.
Con nuestro nuevo enfoque miramos nuestros errores previos. ¿Que la muerte del personaje inicial era tan mal actuada que establecía el tono incorrecto? Ahora es perfecta, porque indica un cortometraje con actuaciones ridículamente malas, se supone que te debes reír de esto. ¿La entrada de J? Nada del otro mundo, solamente nuestros personajes mostrando como son horribles actores, y estableciendo el ambiente torpe y pesado. ¿Todas las demás escenas, de ahí en adelante? Mal actuadas, ridículas, y a ratos incluso irrisorias, justo lo que buscamos.
No se si los demás econtraron esta decisión como una sorpresa, o si cambió algo para ellos. La mayoría veían esto como un trabajo más, y solo querían divertirse mientras lo hacían, cosa que no es nada mala en realidad. Pero para mí significó el mundo, pues me quitó un peso de los hombros. Ya no estaba desepcionado porque nada salía de acuerdo a nuestro plan, en su lugar estaba orgulloso porque estábamos haciendo justo lo que planeábamos, y creo que para I era algo similar.
Ahora, lo que ya habíamos grabado no cambió luego de esta decisión, y nuestra forma de actuar en adelante tampoco. Es completamente posible que todo hubiera salido muy similar, y que hubiéramos escogido las mismas tomas, pero la mentalidad era diferente. Aunque sí cambiamos unas cosas en adelante, nos inclinamos más en el lado de lo ridículo.
Particularmente recuerdo una escena donde M y J caminaban delante de la cámara, apareciendo brevemente detrás de una puerta abierta, en dirección a un lugar donde escucharon que habían asesinado al personaje de P. Hicimos varias tomas, una corriendo, una caminando, una con urgencia moderada, pero al final escogimos un punto medio entre sorpresa y desinterés, enfatizando las reacciones quizá exageradas, una de flojera y otra de sorpresa claramente falsa. Esa escena se terminó grabando en mi mente, aunque no era especialmente importante, por las risas que nos provocó grabarlos, y porque no sentimos que eso fuera algo malo.
Finalmente, un punto en donde aplicamos este nuevo enfoque al máximo fue en la pelea final. Una pelea “alocada” con jazz de fondo, donde yo marco a M como sospechoso y le apunto con una pistola. M para salvarse apunta a R, y porque es un psicópata sádico, le dispara inmediatamente. Yo salto a agarrarlo en lugar de usar mi pistola, porque eso hubiera sido muy fácil, y M acaba apuñalándome. Al final, J tiene que matar a M para salvarse, y cuando le apunta con su pistola lo hace casi con una floritura, lentametne arqueando su brazo todo lo que da. M simplemente le da un manotazo y le tira la pistola. Ese manotazo es tan repentino y fuerte que lanza la pistola contra un vitral con un golpe alarmantemente fuerte, provocando una reacción genuina de J, fuera de personaje y en español (“A la ver…”). Esa escena nunca se hubiera quedado si buscábamos una historia sombría, ¿pero una comedia que se ríe de su mala actuación? ¡Claro que sí!
Al final acabamos de grabar, y edité en un día y medio por mi cuenta, sin ningún conocimiento previo del tema. Usé sonidos genéricos de apuñalamiento y pistolas, de los cuales me faltó agregar uno, hice créditos con bloopers de cada uno de nosotros y generales, con una música demasiado alta, e incluso una escena post créditos. M le agregó subtítulos para que se nos entendiera, y agregó el sonido faltante y bajó la música de los créditos. Y el cortometraje estaba terminado, 10:49 contando créditos, justo pasando el mínimo de longitud.
Llegó el día de presentarlo. La maestra nos pidió entregarlo en un dvd para reducir el riesgo de virus (por supuesto, los dvd tienen la misma capacidad para llevar virus, pero si compramos uno exclusivamente para esto es virtualmente impsible que lo tenga), e I naturalmente lo trajo en una caja de gran turismo, agregando a nuestro tono. La maestra nos dejó comprar aperitivos y nosotros llevamos una pizza, y mientras comimos vimos los cortometrajes en una televisión delante del salón. Solamente tres entregamos el proyecto de los seis equipos, y el nuestro fue el último.
Pasaron dos, mal actuados, torpemente editados, pero en general excelentes obras considerando quienes los hicieron. Un equipo tenía la ventaja de que un miembro era camarógrafo, y las tomas eran excelentemente grabadas e iluminadas, aunque eso no salvó la actuación. Pero yo noté un detalle muy importante, ambos eran serios: uno similar a El Padrino, el otro una crítica sobre la salud mental. Temas profundos y serios, con un gran nivel de complejidad y una demanda de actuación que establecí previamente no era posible entregar para nosotros. Y no es por hacerlos de menos, estoy seguro que hicieron su máximo y lograron algo de lo que estaban orgullosos, y deberían, eran obras de arte en su propio derecho, sin mencionar que sí entregaron algo, no como los otros tres equipos. Pero no transmitían lo que aparentaban querer.
Pero basta de los demás, finalmente llegó el nuestro. Estaba nervioso, ¿les gustará? ¿Se reirán? ¿O simplemente les aburrirá? Si me preguntabas en su momento, quizá te diría que en realidad no me importaba si les gustaba o no, que estaba orgulloso de mi aportación y el resultado que logramos y eso era suficiente, una forma muy madura de ver las cosas. Pero en realidad sí me importaba, quería que les gustara. Muy en lo profundo, necesitaba esa validación de mi, y nuestro, trabajo.
Para el alivio de mi yo de 17 años, les encantó. Desde el primer momento se rieron de nuestra actuación, y de la ridiculez de nuestras acciones. Cada locura que hacíamos provocaba al menos una carcajeada, comúnmente varias, y en un par de ocasiones todo el salón, incluyendo la maestra, se rió ruidosamente. Es suficiente decir que fue un éxito, y considerado el mejor de los tres.
En el momento no tenía la menor idea de que la decisión que tomamos de cambiar el enfoque se convertiría en una de las decisiones más importantes de mi vida, pero lo fue. No por el resultado que dio, aunque sí estoy orgulloso de eso, sino más bien por la lección que me enseñó. Y tal vez ese es otro mensaje, no todas las lecciones tienen que venir con algo negativo, a veces haces algo bien y recibes una recompenza, en lugar de hacerlo mal y ser castigado. Pero eso es fuera del tema, aquí quiero hablar sobre las lecciones que aprendí ese día.
Esas lecciones son dos. Ese día aprendí, realmente aprendí, que todos tenemos el poder de escoger nuestra condición de éxito. Tenía la impresión vaga de esto, de que si estaba orgulloso de mi trabajo lo demás era extra, pero no lo entendía de verdad. Ahora sé y entiendo, gracias a esta y más experiencias, que todos podemos decidir como pensamos en el éxito, y ese día mi éxito máximo era provocar aunque sea unas cuantas risas.
Y la segunda lección es el punto de este blog, es importante aprender cuando pivotar. ¿Que el videojuego no está funcionando como esperabas porque los jugadores encuentran la historia más interesante que los rompecabezas? Pivota a un juego más al estilo Portal, donde los rompecabezas son la excusa para explorar la personalidad de GLaDOS. ¿Que los usuarios de la página web son más interesados en las capacidades sociales que en la venta de artículos? Tal vez vendría bien pivotar a una red social. ¿Que no saben transmitir el tono adecuado? Pivoten a una pieza con el tono que sí pueden transmitir, como nosotros. Esa es una de las lecciones más importantes de mi vida.
No se como lo vieron mis compañeros de equipo. Cuando entramos a la universidad perdimos el contacto, y aunque sé las carreras que tenían planeadas, no se como les ha ido en la vida. I, en concreto, siempre tenía planeado estudiar matemáticas, una carrera separada del área de las artes en la forma en que se enseña, y no sé si ha perseguido impulsos creativos.
Pero para mí, que luego fui a convertirme en ingeniero en computación, además de un artista por pasión, este viaje fue esencial para mi formación personal. De ahí el cambio repentino de “nosotros” a “yo” al final de la historia, estas reacciones y reflexiones son algo profundamente personal mío, que perfectamente podría no compartir con ninguno de mis cinco compañeros.
Cualquiera que esté leyendo esto, que sepas que pivotar siempre es una opción, y a veces es la mejor. Cuando veas que algo no está funcionando, que tu pieza no está entregando el resultado que esperabas, intenta explorar otra dirección. Tal vez lo que está roto no es tu pieza, sino la forma en que la miras. Quien sabe, quizá cuando todo el salón se ría de tu trabajo, encontrarás que es lo que más querías.